lunes, 31 de octubre de 2016

10 cosas que seguro no sabías sobre La Catrina


La catrina es un personaje del folclor mexicano que se ha popularizado mucho en todo el mundo, especialmente como disfraz para Halloween. Sin embargo, este personaje se toma mucho a la ligera, pues si se le preguntara a la mayoría de personas que usan su disfraz, se limitarían a decir que es “La muerte mexicana”.

La Catrina representa mucho más que eso para México, por tanto, aquí te van 10 datos curiosos que de seguro no sabías sobre ella.


1. Su nombre inicial era 'La calavera garbanzera'.

2. La figura fue creada por José Guadalupe Posada y bautizada por el muralista Diego Rivera.

3. Las garbanceras/os eran los indígenas que dejaron de vender maíz para vender garbanzos pretendiendo ser europeos y renegando así de su propia raza, herencia y cultura.

4. Por lo tanto, la catrina representa una crítica a muchos mexicanos pobres, que quieren aparentar un estilo de vida europeo que no les corresponde. Esto se hace notar por el hecho de que la calavera no tiene ropa sino únicamente el sombrero "...en los huesos per son sombrero francés con sus plumas de avestruz".

5. Diego Rivera fue quien le dio su atuendo característico, con su estola de plumas, al plasmarla en su mural 'Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central', donde la calavera aparece con su creador, José Guadalupe Posada y una versión infantil de Rivera y con Frinda Kahlo.


6. Fue presicamente Diego Rivera quien la llamó Catrina, nombre con el que se popularizó posteriormente, conviertiéndola así en un personaje popular mexicano.

7. En el siglo XIX el nombre también hacia alusión a la alta sociedad afrancesada de aquella época. De ahí que a las personas bien vestidas hoy se les conoce como como catrines o catrinas.

8. Aunque su imagen se asocian mucho con el Día de Muertos, la catrina hace referencia a muchas situaciones sociales de finales del siglo XIX y principios del XX, un tono satírico del que no se salvaron ni Porfirio Díaz ni Emiliano Zapata.
 
9. En 2010 la Catrina cumplió 100 años de haber sido creada por José Guadalupe Posada, por lo cual se hizo un cortometraje alusivo al centenario de esta, que se llama La Catrina en trajinera.
 
10. En 2010 también, durante la final nacional de Nuestra Belleza México 2010 el traje típico ganador fue el de la Catrina, un llamativo traje de color fucsia, portado por Tiaré Oliva, representante del Estado de Sinaloa.

FUENTE: http://www.actitudfem.com/

lunes, 26 de septiembre de 2016

7 PIRÁMIDES OCULTAS EN LA CIUDAD DE MÉXICO


Pirámides que se mantienen ocultas entre el caos vial y la selva de concreto capitalina, esos vestigios místicos que todavía resuenan muy en lo profundo de nuestra conciencia colectiva.
Jaen Madrid

Las pirámides siempre serán un recordatorio de lo sagrado que es la naturaleza y el universo para el ser humano. El triángulo –y las figuras que casi semejan uno– han sido desde hace milenios la manera en que los cultos simbolizaron a la luz pero también a la divinidad, constituida por la fuerza, belleza y sabiduría que los dioses nos ejemplifican a manera de regalo. Estas construcciones teocráticas fungieron en algún punto de su origen y existencia como mapas del universo, como templos ceremoniales dedicados a las divinidades, y tal vez, también como puertas interdimensionales, como en el caso de la gran ciudad de Teotihuacán, donde representaron al hombre en su camino a convertirse en Dios.

Las pirámides mexicanas poseen un peculiar halo de misterio que pocas construcciones en el mundo tienen. En muchos de los vestigios que hoy quedan en la Ciudad de México se construyeron numerosos templos católicos, como una manera occidental de mirar el triunfo de una religión sobre otra. Y aunque las pirámides no necesariamente profesaron una religión sino un culto universal a lo esencial de la vida, gracias a la ayuda de nuestros antropólogos, aún podemos visitar algunas de ellas y descubrir que, tal vez, su fuerza enérgica sigue siendo impresionante.

La siguiente lista pretende mostrar las pirámides que se mantienen ocultas entre el caos vial y la selva de concreto capitalina, vestigios místicos que todavía resuenan muy en lo profundo de nuestra conciencia colectiva:


Piramide del Cerro de la estrella

El cerro de la estrella, antiguamente conocido como Huixachtécatl  o “cerro de los espinos”, contiene una pequeña pirámide que se utilizaba para dar cabida a las ceremonias del Fuego Nuevo o los festejos del año nuevo en la cultura mexica. Según se sabe, a través de este ritual realizado con sacrificios humanos, los dioses permitirían que el hombre pudiera vivir otro nuevo ciclo. Este asentamiento data al preclásico mesoamericano (es una de las construcciones más antiguas que encontramos en la ciudad) y hasta la fecha, ahí se sigue conmemorando el año nuevo así como también el viernes santo. La estación Cerro de la Estrella de la línea 8 del metro, o la estación Culhuacán (línea 12) son las mejores opciones para llegar hasta este lugar.


Pirámide del cerro Mazatépetl

Construcción teocrática edificada en honor a la tortuga jaguar, divinidad mítica de la fertilidad de la tierra. El cerro Mazatépetl también llamado “del judío”, se encuentra justo después de un arroyo, en el pueblo de San Bernabé Ocotepec en la Magdalena Contreras. La pirámide contiene, a los pies de su escalinata, la imagen de una tortuga con garras de jaguar y tres cruces en su cima, puestas en Semana Santa por algunos católicos como parte de ese extraño sincretismo religioso que profesa nuestra ciudad. Desde este lugar se puede también observar la Cuenca de México, sus fascinantes cordilleras que abrazan la ciudad.


Pirámide de Tequipa

Ubicado al sur de la ciudad, en el pueblo de Santo Tomás Ajusco en Tlalpan, está pirámide se encuentra edificada desde el postclásico tardío, y hoy, a pesar de haber resistido a los cambios del tiempo, permanece abandonada y en deterioro a causa de sus habitantes aledaños. En su cima poseía una figura, un hermoso cofre prehispánico de basalto de nombre “El Cuartillo”, que fue extraída de ese lugar para llevarla al atrio de la iglesia de Santo Tomás Ajusco.


La Casa del viento o Templo Ehécatl

Se encuentra surrealmente enclavada en el metro Pino Suárez, conviviendo día a día con los transeúntes capitalinos que pasan por esta línea. Se trata de un pequeño adoratorio en honor al dios Ehécatl (aunque se sabe que en un principio también rindió culto a Tlaloc, dios de la lluvia), mismo que se le atribuían poderes enérgicos en torno al viento. Esta diminuta pirámide mide tan sólo 88m2, su hallazgo se hizo entre 1968 y 1970 cuando comenzó a construirse la línea de tren. El adoratorio de Ehécatl posee una forma peculiar: su fachada es de planta cuadrangular mientras que su parte posterior de planta circular, una especie de templo cilíndrico que, de acuerdo con documentos históricos, se podía llegar a ella a través de una entrada en forma de fauces de serpiente.


Pirámide de Cuicuilco

Cuicuilco fue una de las ciudades más antiguas del valle de México y se cree que tuvo relación con los antiguos olmecas, la cultura más arcaica de Mesoamérica. Sus vestigios están situados en el sur de la ciudad, en el cruce de Insurgentes Sur y Anillo Periférico. El recinto ceremonial fue destruido y abandonado debido a la erupción del volcán Xitle, sin embargo, fue la lava quien ayudó a preservar las ruinas. La pirámide de Cuicuilco es circular y está construida en el interior de una plaza con 110 metros de diámetro.

Debido a que la arqueología no puede entender muy bien ese plazo de tiempo, los investigadores sugieren que la construcción de la pirámide podría haber tenido lugar recientemente, lo que también refiere que Cuicuilco no tiene 8000 años de edad, sino 2100 años de antigüedad. Sin embargo, la evidencia física encontrada en la pirámide, al igual que la gruesa capa de lava y el período en que se produjo la erupción, coloca la pirámide a unos 8000 años. El hecho de que la pirámide de Cuicuilco tenga alrededor de 8.000 años de edad, nos dice también que las pirámides originales podrían tener su origen en el continente americano, y se expandiern más adelante en la historia hacia otras tierras.


Ruinas de la pirámide de Mixcóac

En  San Pedro de los Pinos, en la esquina de la avenida San Antonio y Periférico, se encuentran los vestigios de un centro ceremonial dedicado al hombre que se convirtió en dios de la caza: Mixcóatl, cuyo significado –”víbora en la nube”–, suele traducirse como una metáfora en torno a la serpiente celeste, o la Vía Láctea. En un principio se encontraba cerca del Lago de Texcoco pero con la invasión española fue destruido. Aproximadamente en el año 1521, los mexicas lo reconstruyeron en esta zona, dando cabida a una serie de festividades liderados por músicos y danzantes de Tenochtitlán y Tlatelolco. Hoy esta pirámide no es más que ruinas, pero a sus orillas se llevan a cabo diversas actividades culturales en el Centro Cultural La Pirámide.


Templo Mayor

Sin duda, no puede faltar el templo y pirámide más emblemáticos de la Tenochtitlán, hoy la Ciudad de México. Esta pirámide era el centro absoluto de la vida religiosa azteca. Está situada en el centro de la ciudad junto a edificios coloniales y modernos, una mezcla brutal y a la vez fascinante. Este antiguo edificio comenzó a construirse en 1428. Aquí se reunían las ofrendas sagradas y los depósitos funerarios de los aztecas: en este lugar se hicieron miles de sacrificios humanos y tenía un gran un valor simbólico para los enemigos del imperio.

FUENTE: http://mxcity.mx/

sábado, 30 de julio de 2016

El vestido de la mujer más odiada de México.


A primera vista parece un vestido igual al que usan muchas mujeres de comunidades indígenas de México o Centroamérica. Pero la prenda, una blusa adornada llamada huipil, esconde varios secretos.
Fue hecha hace hace unos 200 años con base en textiles de plumas de ave hiladas, la llamada técnica plumaria de la época prehispánica que casi ha desaparecido.
De hecho, en todo el mundo sólo se conservan cinco piezas elaboradas de esta manera, y el vestido es una de ellas.

Pero lo más curioso es que es muy parecido al que se cree que utilizó Malinalli Tenépatl, bautizada como Doña Marina por los españoles que llegaron a lo que hoy es México hace cinco siglos.
Los mexicanos le llaman La Malinche, una forma despectiva de castellanizar su nombre y que se convirtió en una palabra vinculada con la traición.
"Malinchista" en México es una persona que prefiere a los extranjeros y sus costumbres por encima de su país.

El origen de esta definición viene de 1519 cuando Malinalli fue entregada como esclava a Hernán Cortés, a quien sirvió como traductora y enlace con algunos de los pueblos originarios.


Destino inesperado

La vida de Malinalli o Malintzin, como también se le conoce, es una de las más controvertidas en la historia de México.

Durante siglos los mexicanos aprendieron que la mujer ayudó a los españoles a derrotar al pueblo azteca, que era la civilización dominante en esa época, y que permitió a España apoderarse del territorio de Mesoamérica.

Pero recientemente algunos han reivindicado el papel de La Malinche.
El historiador Luis Barjau la define como una especie de embajadora con posibilidad de decisión, y de imponer su criterio al transmitir los mensajes de los españoles.

Sus conocimientos de las lenguas maya-chontal, náhuatl y castellano permitieron a Malinalli ocupar una posición de poder inusitada para una mujer de origen indígena.
Algo muy distinto para el destino original de la mujer quien fue vendida como esclava desde que era una niña a comerciantes mayas y gobernantes locales, y terminó como pareja del capitán español con quien procreó un hijo, Martín Cortés.


Pieza única

El recuerdo de La Malinche reaparece en momentos como ahora, cuando el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) divulgó imágenes del huipil.

Es una de las joyas del Museo Nacional de Antropología, dijo Alejandro González Villarruel, subdirector de etnografía del recinto.
"No tenemos otro igual, ni en acervos de México ni en ninguna otra parte", explicó el especialista a medios locales.

"Es un resumen de los conocimientos textiles de México en técnicas de bordado, en tintes, en técnicas de hilado; es como un mural: refleja todo aquello que es original del país".
No se tiene claro el origen de la prenda localizada en el acervo del antiguo Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía.

Investigadores del INAH dicen que es muy parecido a imágenes del códice llamado Lienzo de Tlaxcala donde se muestra al personaje.
Los huipiles son blusas o vestidos adornados de origen prehispánico.


Antes de la llegada de los españoles eran utilizados por los nobles de algunos pueblos originarios, pero en otras comunidades como las mayas las mujeres llevaban el torso desnudo.
Sin embargo, los religiosos que llegaron con el grupo de Cortés dijeron que esa costumbre atentaba contra la moral católica, y obligaron a las mujeres a cubrirse con huipiles.

Fue el caso de Malinalli, quien recibió el bautizo cristiano después de ser entregada como esclava y desde ese momento vistió con huipiles, algunos de mucho lujo como el que ahora conserva el INAH.

FUENTE: http://www.bbc.com/